En 1949, la Agrupación de Gente de Arte y Letras “Impulso” se vestía de fiesta celebrando la inauguración de su centésima exposición. Para tan importante ocasión, la ya mítica Agrupación artística reunió en una muestra a los tres nombres que sintetizaban la “Edad de Oro” del arte boquense: Fortunato Lacámera, Miguel Carlos Victorica y Benito Quinquela Martín.
La historia grande del arte argentino se escribía entonces sin grandilocuencias ni poses, con la misma naturalidad que marcaba el pulso de la vida cotidiana en La Boca. “Impulso” normalmente exhibía obras de los más importantes artistas argentinos en sus humildes muros, y representaba para tantos grandes creadores una suerte de hogar de sueños y luchas compartidas.
“Impulso” era, por lo tanto, uno de los hogares de Quinquela Martín. Así lo atestiguan además, las tantas fotografías, documentos, diplomas y recuerdos, de los caminos que reunían una y otra vez a Quinquela y la Agrupación.
Los destinos de “Impulso” y Quinquela parecieran seguir derroteros similares. La vida del artista se inicia a fines del siglo XIX, y consolida su condición de “mito viviente” a mediados del siglo XX, coincidiendo con los orígenes y fulgores del arte y la sociedad boquenses. Al momento de morir nuestro artista insignia, casi como un reflejo, también el barrio otrora pujante entraba en un doloroso ocaso.
Idéntico proceso experimentaría ”Impulso”. Fundada en el apogeo del arte boquense, la Institución fue durante décadas uno de los faros que irradiaba cultura desde el barrio. Más tarde, enormes dificultades la llevarían al borde de la disolución.
Pero si algo sabe este barrio de laburantes y artistas, es soñar y luchar. Y por eso “Impulso” supo renacer y brindar a los tiempos que corren, ofertas culturales que honran su mejor tradición.
Mientras Quinquela, venciendo al tiempo y a algunas élites culturales que se empeñaron en negarlo, a 125 años de su nacimiento se nos muestra cada día más vigente y necesario.
Por eso ahora tenemos razones para volver a vestirnos de fiesta; las cosas comienzan a recobrar sus sentidos y a ocupar el lugar que desde siempre el destino les tiene reservado.
Simplemente eso (ni más ni menos que eso) celebramos hoy, cuando Quinquela vuelve a “Impulso”, uno de sus hogares.
Y celebramos también el haber aprendido que los mejores sueños de este mágico barrio, vienen desde el fondo de los tiempos… y son para siempre.
Víctor G. Fernández
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